Cada año el equipo de Mugaritz trabaja a puerta cerrada para diseñar una propuesta gastronómica vocacionalmente distinta cada temporada, despojándose de todo, para volver a empezar casi desde cero. Cada temporada constituye un salto al vacío imprevisible. Un camino repleto de preguntas, un desafío creativo que comparte con los comensales curiosos invitándoles a abrir la mente y no solo la boca.